Realizar una rutina correcta de cuidado de la piel puede ser todo un arte. Lo principal es saber qué tipo de piel tenemos en cada zona de nuestro cuerpo, porque no es igual el aspecto de la piel de las mejillas que la de las rodillas.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo. No es simplemente una capa protectora sino una unidad funcional, en constante actividad, que está relacionada con otros órganos, sistemas y funciones del organismo.
Cada piel es un mundo y su estado puede alterarse fácilmente por cuestiones tan cambiantes como el clima, la alimentación o nuestro estado de ánimo. También el paso de los años cambia las características de la piel.
Principales tipos de piel
En general, las pieles más jóvenes suelen ser más grasosas, pero a medida que pasan los años, las pieles maduran y se hacen cada vez más secas, perdiendo humedad y elasticidad.
A pesar de las diferencias individuales, el universo de pieles se puede clasificar en 6 grandes tipos: 1) piel normal, 2) piel seca, 3) piel grasa, 4) piel mixta, 5) piel sensible, 6) pieles maduras.
1. Piel normal
Es suave, lisa y elástica, bien hidratada y equilibrada: ni demasiado grasa ni demasiado seca. Presenta poros pequeños, su tonalidad es rosada, su aspecto es fresco y tiene buena circulación. No sufre de problemas cutáneos ni es tan susceptible a factores ambientales, como frío intenso o calor extremo.
2. Piel seca:
A la piel seca le cuesta retener la hidratación y no segrega casi grasa. Es poco elástica y su aspecto es opaco. Es áspera y tirante, con tendencia a picar. Como carece de sebo, necesita cuidado y protección porque es más vulnerable a factores ambientales como el clima y la contaminación. El beneficio de este tipo de pieles es que no presenta tendencia al acné y el maquillaje dura más tiempo. Pero suelen irritarse con facilidad y a envejecer con mayor rapidez.
3. Piel grasa:
Suele producir más sebo del necesario. Las causas de esto pueden ser: predisposición genética, el estrés o trastornos hormonales. Su aspecto es brillante y oleoso, con poros de gran tamaño. Tienen alta tendencia al acné. Su privilegio es que son pieles que tardan en envejecer, pero necesitan más cuidado para mantenerlas libres de impurezas.
4. Piel mixta:
La piel mixta es una combinación de piel normal-seca y grasa. Tiende a desarrollar un brillo grasiento con impurezas en la llamada zona T, correspondiente a la frente, la nariz y el mentón. Por el contrario, en la zona de las mejillas la piel es normal o seca.
5. Piel sensible:
La piel sensible es más susceptible a factores externos como el estrés, el frío, el sol o la contaminación. Cuando se altera el equilibrio de la piel, se irrita, aumenta su tirantez, suele picar y se enrojece con facilidad. Las pieles sensibles necesitan cuidados especiales que le proporcionen nutrición, alivio y protección, para proporcionarles resistencia ante los cambios ambientales.
6. Pieles maduras:
Con el paso del tiempo, las glándulas sebáceas reducen la secreción de sebo, por lo que la piel tiende hacerse más seca. También se retrasa la regeneración de las células cutáneas y se producen menos colágeno y elastina. La piel madura carece de hidratación y de elasticidad. Todo esto facilita la aparición de arrugas, marcas y líneas de expresión. Además, se manifiestan algunos signos del daño acumulado por la exposición al sol y a la contaminación, como las manchas faciales. Por todo esto, las pieles maduras requieren muchos cuidados para mantenerlas saludables y retrasar su envejecimiento.
Consejo:
Es muy importante cuidar adecuadamente nuestra piel, de acuerdo a sus necesidades específicas. Ese cuidado implica limpieza, exfoliación, tonificación e hidratación. Identificar el mejor hidratante que podemos usar o determinar la frecuencia de las exfoliaciones que debemos hacernos, depende de saber, con certeza, cuál es nuestro tipo de piel.
Y tú… ¿Ya identificaste qué tipo de piel tienes?
Dime en los comentarios cómo es tu piel y cómo la cuidas.
Deja una respuesta